Cuando he leído la teoría de Jacobo Grinberg, con relación a lo que él llama Lattice, la cual significa Urdimbre o Tejido Fino, me ha parecido similar a lo que he podido comprender asociado con el tema Nagual.

Desde el principio de los tiempos, los mitos  de la humanidad, nos hablan con el lenguaje de los símbolos, expresando una asociación con el “tejer” y la polaridad femenina, el hemisferio cerebral derecho y el lado izquierdo del cuerpo.

La Lattice y el campo neuronal forman una unidad, lo que permite “captar la realidad” de la forma conocida, sin embargo cuando se modifica el estado de conciencia, se puede ver “la estructura” del espacio-tiempo.

El espacio se percibe similar a una red o matriz, la cual es omniabarcante, coherente, hipercompleja y simétrica, la cual reitero, lo penetra absolutamente todo. Ese tejido fino vibra en resonancia con la energía del pensamiento, con las emisiones de energía del cerebro, mostrando la “realidad” de percepción, el acuerdo de lo que hemos decidido percibir, lo que en otros caminos se llama inconsciente colectivo, el cual  imprime la modalidad de la época.

Cuando se activa la percepción nagual, el vacío, la nada, ubicando que estas palabras se refieren al NO acuerdo, entonces se empieza a “ver”, se altera el estado de coherencia y se ingresa al universo de las infinitas posibilidades.

Al vacío, a la nada, a la matriz universal de la cual todo procede, las culturas las han representado de muy diversas maneras, un ejemplo de ello son las Vírgenes Negras y el símbolo de la Vescica Piscis (vejiga de pez), entre otras cosas. 

En el pensamiento de los Antiguos Sabios Mexicanos, a Tlazolteotl la representan desprendiéndose de una “antigua piel” y pariendo, ejemplifica el ingreso al “vacío” que puede dar a “luz” a todo. Ademas de ser la protectora de adivinos, curanderos, de aquellos que se desenvuelven en las artes magicas.

Hay ciertos sitios del planeta, a los que han  dado en llamar “ lugares de poder”, en dichos sitios se manifiestan ciertas corrientes de energía que son una especie de trampolín, lugares en donde se recibe un impulso a que el cerebro  ingrese en niveles de percepción de la Lattice, en el NO acuerdo, el vacío, lo que permite cualquier posibilidad.

Siempre será importante la energía imperante, tanto en el individuo, como la del espacio-tiempo donde se desenvuelven ciertas acciones. En niveles de percepción todo suma.

En el juego de las infinitas posibilidades que es la vida, finalmente todo es cuestión de energía.

Sin embargo hay un punto neutro, al cual llamamos Amor, cuando combinamos Energía – Conciencia – Amor, es posible conquistar a Los Vientos, el Reino de la Libertad Total, retornar a nuestra casa, a la que los ancestros llamaban Tamoanchan.

El símbolo del Quincunce hace alusión a esa Conquista, a alcanzar el equilibrio del centro, que nos convierte en seres de Energía-Conciente. En el Oriente le llaman Tao.

Existen lugares de poder en el planeta, en donde de acuerdo a mi experiencia personal es posible recibir un impulso “espontáneo” a Ver la urdimbre cósmica.

San Sebastián de Bernal es uno de ellos.

Esta percepción, el cambio a un estado de conciencia acrecentado, que permite el ingreso al conglomerado de energía, a la urdimbre cósmica, es posible  propiciarlo por medio del intento, la visualización, la meditación,  la percepción del sonido proveniente del tambor, la sonaja y otras armonías, la danza, el canto, el temazcal y el uso de elementos como el cuarzo, la obsidiana, el copal, el tabaco.

Es importante recordar que vivimos en un universo holográfico, en donde cada partícula es una reproducción de la totalidad, que en cada uno de nosotros residen las “mismas posibilidades”, la diferencia es la actitud.