Xochen, México.
3 de mayo de 2002.

Y aquel día, tocando mi tambor. Ollin Eterno, con los danzantes concheros, viviendo la magia de una auténtica ceremonia maya en el interior de un templo, como se celebraba hace siglos, ante el misterio de una cruz de piedra negra en el Día de la Cruz, tan lejos de mi tierra, sin aguamiel, pero con el aroma sagrado del copal, viví uno de los más grandes prodigios de mi vida, el que me demostró definitivamente el verdadero milagro del tiempo, que nada tiene que ver con lo que se percibe normalmente. Entonces fue cuando supe lo que es viajar en el tiempo…
Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on pinterest
Pinterest
Share on telegram
Telegram
Share on whatsapp
WhatsApp