Llaves de plata y estrellas de oro

José Antonio Iniesta

 

Caudete, Albacete.

23 de febrero de 2015.

Cuántas rutas recorridas por la faz de la Tierra, pienso, mientras camino por las calles de Caudete, la “Real, muy Noble, muy Leal y Fidelísima Villa”, títulos concedidos por los reyes Pedro IV y Alfonso V de Aragón, la que tiene dos llaves de plata y cuatro estrellas de oro de ocho puntas. Recia historia, de solera de antaño, como tantos otros pueblos levantados con ladrillo macizo y piedra desde tiempos inmemoriales. Hoy de Albacete, antiguamente del reino de Valencia, y patrimonio incluso de los reyes de Aragón, es la muestra viva de que los municipios donde nace y muere la gente no se mueven de sitio, pero sí cambia el poder y la fama, gloria mundi, vanidad que va y viene como ráfagas de viento, que se levanta como erguido tronco, pero sucumbe como cualquier hoja que se marchita cuando llega al otoño. Me maravilla el templete que custodia al Cristo crucificado y me sumerjo en el interior de una iglesia, donde la oración me lleva a ese silencio que busco de vez en cuando.

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