Mil millones de caminos entre las estrellas

José Antonio Iniesta

No me derrotarán las cisternas llenas de mentiras, los numerosos estadios incapaces de acumular tanta perfidia, ese pozo lleno de confusión que algunos pretenden que inunde ciudades enteras. Por más que tiemble el suelo y escuezan las heridas, hay un amor latente que está hecho a mi medida. El arcángel Miguel lo sabe, el de la espada que brilla. No hay muerte más dura que la de rendirse, la de inclinarse ante el yugo de la infamia.

Siempre quedará una rama de laurel para oler, el rocío de la mañana, el tejido frágil y a la vez resistente de una telaraña. El viento de las mareas negras no me llevará a ningún lugar que no quiera. Tengo mil millones de caminos entre las estrellas para seguir caminando. Viajero soy del tiempo, y allá la metáfora para cada uno, sabiendo que no hay más destino para mí que el que sea capaz de forjar en cada momento.

Siempre quedará un ángelus que suene dentro, el roce de soplo de viento de un beso. No hay tiempo para retroceder, sino para seguir avanzando.

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