Podría ser un resplandor tornasolado de colores chispeantes, un fuego de luz celestial ardiendo en el pebetero donde crepitan las brasas aromatizas con plantas de un bosque sagrado o la danza de las vestales reflejadas en el cielo.

Tal vez un coro celestial compuesto por siete tronos, cinco serafines y media docena de querubines, o incluso el vuelo de Pegaso, batiendo sus alas ante una multitud formada por más de siete mil millones de seres humanos.

Podría ser así o de setecientas setenta y siete formas diferentes la Ascensión que llevará al género humano a experimentar el salto cuántico anunciado por las profecías de tantas civilizaciones diferentes.

Me lo imagino como una lluvia de fragancia de un jazminero gigantesco, que exhala su aroma en todos los continentes de la Tierra, un llanto emocionado que resquebraja las piedras para que de ellas surja la memoria oculta que hace tantos siglos escondieron los druidas.

Y sería hermoso que los viejos templos de los tiempos antiguos resurgieran bajo las ciénagas, de los desolados desiertos, de los valles indómitos, de lo alto de las montañas encrespadas. Así caerían del cielo miríadas de papiros y pergaminos que se creyeron perdidos cuando desapareció la biblioteca de Alejandría.

La voz de los ancestros resonando entre las quebradas, surgiendo de las cuevas no descubiertas, del fondo de los mares y de todos los desfiladeros donde se perdió la búsqueda de tantos grandes peregrinos que querían conocer el conocimiento que desapareció en un tiempo remoto de la memoria de los seres humanos.

Ascender, experimentar el salto cuántico por el que tantos seres humanos han trabajado a lo largo de sus vidas, dejándose el pellejo a jirones, las rodillas al pie de los altares, los sueños en cárceles donde se encerraban los cuerpos y las almas de los que querían ser libres. Otros regresaron con callos en las manos, de tanto agarrarse a los riscos para no caer al abismo, con cicatrices que eran planos tortuosos de una ruta interminable que no cabe en ninguna carta de navegación que sea capaz de registrar el bestiario mágico de los siete mares.

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